En Salta, nacen anualmente entre 21.000 y 22.000 niños, de los cuales aproximadamente el 7% son prematuros. Esto equivale a unos 1.400 nacimientos prematuros por año. Es una cifra significativa que demuestra que esta no es una problemática lejana, sino una realidad que forma parte de nuestro entorno. Asi lo hizo saber entre otras cosas, el Dr Mario Morosini, Pediatra Neonatólogo.
Por esta razón, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidieron instaurar un Día Internacional del Prematuro, con el fin de sensibilizar a la comunidad sobre este tema tan cercano y tan sensible tanto para el niño prematuro como para su familia.
“Para comprender mejor el fenómeno del nacimiento prematuro, es importante remontarnos al embarazo. Un embarazo prematuro es aquel que no logra llegar a término, y existen múltiples razones para que esto suceda”, destacó el especialista. Entre ellas, se encuentran factores genéticos que predisponen a algunas familias a tener bebés prematuros. Además, ciertas patologías maternas como la hipertensión, diabetes, infecciones urinarias o las vaginosis pueden aumentar el riesgo de prematurez. La adolescencia también es un factor de riesgo, así como complicaciones placentarias o problemas de coagulación, como las trombofilias.
En algunos casos, la decisión de adelantar el nacimiento es tomada por el obstetra debido a razones fetales, como malformaciones o retraso del crecimiento, que es una de las causas más frecuentes.
Para diagnosticar estas condiciones, se utilizan ecografías y otros estudios médicos, lo que puede llevar a la interrupción anticipada del embarazo, generalmente mediante cesárea.
El valor del apego y la alimentación materna
A partir de la década de 1970 los especialistas identificaron algo fundamental: además de la tecnología médica, había una necesidad crucial para estos bebés: el apego emocional. Si bien las unidades de neonatología se enfocan en la atención técnica de los bebés, también se reconoció que el contacto con los padres es esencial para su bienestar. “La presencia de la mamá y el papá, especialmente en esos primeros momentos de vida, es fundamental para el desarrollo físico y emocional del bebé prematuro”, remarcó el Dr Morosini.
Se empezó a valorar enormemente la alimentación con leche materna, ya que esta brinda no solo nutrición, sino también protección inmunológica.
Además, las unidades de cuidados intensivos neonatales dejaron de ser vistas únicamente como espacios aislados, donde los bebés permanecían separados de sus padres, bajo estrictos horarios de visita. En lugar de eso, se promovió la práctica del contacto piel a piel.
Sacar a los bebés de las incubadoras y colocarlos sobre el pecho de sus madres o padres demostró tener beneficios sorprendentes. La frecuencia cardíaca del bebé se estabilizaba, la temperatura corporal mejoraba y, a diferencia de lo que se pensaba, no se presentaban mayores riesgos de infecciones o enfriamiento. Esto marcó un cambio cultural profundo en las terapias intensivas neonatales, donde los bebés y sus familias se convirtieron en los verdaderos protagonistas.
La Semana Mundial del Prematuro es un momento para reflexionar sobre la importancia de cuidar a los más vulnerables, pero también es un recordatorio de que el bienestar de los bebés prematuros está ligado a un enfoque integral de salud. No solo es necesario un tratamiento médico adecuado, sino también una atención emocional y afectiva que involucre a las familias en el proceso de recuperación y desarrollo de los bebés.
El compromiso de la comunidad, de los profesionales de la salud y de las instituciones es crucial para seguir avanzando en la mejora de la atención de los prematuros.
Solo a través de la sensibilización y la acción conjunta podremos garantizar un futuro más saludable y prometedor para estos niños que comienzan su vida de manera temprana, pero con el apoyo adecuado, pueden superar los desafíos que enfrentan.