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Epilepsia: concientizar para incluir

El pasado 24 de mayo se conmemoró en Argentina el Día por los Derechos de las Personas con Epilepsia, una fecha clave para visibilizar esta enfermedad neurológica, promover la inclusión social y laboral de quienes la padecen, y garantizar el acceso a un tratamiento médico adecuado.

En un contexto donde el estigma y el desconocimiento aún persisten, esta jornada representa una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos que enfrentan miles de personas en el país y en el mundo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 50 millones de personas viven con epilepsia a nivel global. Se trata de una de las enfermedades neurológicas crónicas más comunes, caracterizada por convulsiones recurrentes derivadas de una actividad eléctrica anormal en el cerebro. Sin embargo, a pesar de su alta prevalencia, la epilepsia continúa siendo una condición rodeada de mitos, prejuicios y falta de información.

La realidad en Argentina

En nuestro país, se estima que alrededor de 300.000 personas padecen epilepsia, lo que representa más del 1% de la población. A pesar de esta cifra, el acceso a diagnóstico, tratamiento oportuno y servicios médicos adecuados sigue siendo desigual, sobre todo en regiones alejadas de los grandes centros urbanos.

Desde el ámbito legal, la Ley Nacional N° 25.404 garantiza el derecho al tratamiento médico, la educación y el empleo sin discriminación para las personas con epilepsia. No obstante, en la práctica, muchas de ellas se enfrentan a barreras burocráticas, como la necesidad del Certificado Único de Discapacidad (CUD) para acceder a la cobertura de medicamentos y otros servicios a través de obras sociales, lo que obstaculiza el acceso efectivo al sistema de salud.

Desafíos persistentes

A pesar de algunos avances en materia de derechos y concientización, existen obstáculos que aún limitan la calidad de vida de quienes viven con epilepsia:

  • Estigmatización social: Muchas personas optan por ocultar su diagnóstico ante el temor a la discriminación en entornos laborales, educativos o sociales. El estigma continúa siendo uno de los principales enemigos del tratamiento y la integración plena.
  • Acceso desigual a servicios de salud: La disponibilidad de neurólogos, equipos de diagnóstico como electroencefalogramas, y tratamientos especializados varía significativamente según la región. Esta brecha territorial condiciona el seguimiento adecuado de la enfermedad.
  • Tratamientos limitados y costosos: Aunque el tratamiento con medicamentos anticonvulsivos es efectivo en el 70–75% de los casos, los pacientes con epilepsia refractaria —aquella que no responde a los fármacos tradicionales— requieren alternativas como cirugía, estimulación cerebral o dietas especiales, como la cetogénica, que no siempre están disponibles o son económicamente accesibles.

Una causa que convoca a todos

Garantizar el acceso universal al diagnóstico, promover tratamientos equitativos y erradicar el estigma son tareas urgentes y necesarias. Porque vivir con epilepsia no debería ser una condena, sino una condición que, con información, acompañamiento y políticas inclusivas, permita a cada persona alcanzar su máximo potencial.