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Leishmaniasis: Una amenaza persistente

La leishmaniasis, una enfermedad parasitaria transmitida por la picadura de un mosquito hembra infectado, continúa siendo un desafío para la salud pública en diversas partes del mundo. Aunque poco conocida en muchos países, la leishmaniasis es una amenaza persistente, particularmente en regiones de América Latina, África, Asia y el Medio Oriente. A pesar de su impacto, la enfermedad a menudo es olvidada lo que dificulta su control y erradicación.

El Ciclo de Transmisión y los Principales Reservorios

El parásito Leishmania, causante de la enfermedad, se encuentra principalmente en animales salvajes y domésticos, como perros, roedores y otros mamíferos. En varias regiones, especialmente en América Latina, los perros actúan como reservorios clave de la enfermedad, facilitando su transmisión a los humanos. El ciclo comienza cuando un mosquito hembra, al alimentarse de la sangre de un animal infectado, adquiere el parásito, que se desarrolla en su interior. Cuando el mosquito pica a un nuevo huésped, el parásito es transmitido a través de su saliva, iniciando una nueva infección.

Los síntomas de la leishmaniasis varían según su tipo. La forma más común, la leishmaniasis cutánea, se caracteriza por la aparición de lesiones ulcerosas en la piel, que pueden persistir durante semanas o meses. Aunque las úlceras suelen ser dolorosas, los pacientes a menudo no buscan atención médica debido a la falta de conciencia o a la percepción de que la enfermedad no es grave. En su forma mucocutánea, las lesiones iniciales pueden afectar la piel y extenderse a las mucosas de la nariz, la boca y la garganta, causando deformidades graves si no se trata.

La leishmaniasis visceral, también conocida como kala-azar, es la forma más grave de la enfermedad y puede ser fatal si no se detecta y trata a tiempo. Sus síntomas incluyen fiebre, pérdida de peso, anemia, hinchazón abdominal y fatiga extrema. En algunos casos, la infección puede causar hemorragias. El diagnóstico temprano es crucial para evitar complicaciones fatales.

Prevención: Clave para Combatir la Enfermedad

La prevención de la leishmaniasis es fundamental para reducir su propagación, especialmente en las zonas endémicas. Las medidas preventivas incluyen el uso de repelentes, mosquiteros tratados con insecticidas y la modificación de los hábitats donde los mosquitos vectores se reproducen. Además, el control de los reservorios animales, especialmente los perros, es una estrategia crucial para prevenir nuevas infecciones. Programas de control animal que incluyan el tratamiento antiparasitario de perros infectados son esenciales para reducir la transmisión a los humanos.

La leishmaniasis es un recordatorio de la importancia de mantener una vigilancia constante frente a las enfermedades olvidadas, que, aunque a menudo pasan desapercibidas, afectan a millones de personas alrededor del mundo.